Los cambios no son fáciles. Mucho menos cuando son parte de nuestra rutina o son costumbre para nosotros. Por lo general nos acostumbramos a llevar una vida acomodada que muchas veces no es lo que mas nos conviene. Al hacerlo, terminamos llevando una vida que puede llegar a ser hasta desdichada en la cual aguantamos cosas que nunca pensamos que podríamos permitir. Esto se llama apego; la afición o inclinación a alguien o algo. Como lo dice su definición, el apego puede ser hacia una persona o simplemente a algo material.
No nos imaginamos una vida sin esa persona o ese algo y creemos que al tratar de buscar otras cosas no vamos a encontrar algo mejor de lo que ya tenemos. En mi caso, aunque tuve una gran perdida, los recuerdos se podrían haber convertido en mi apego. Causándome intranquilidad y creo que nunca hubiera podido salir de aquel hueco en el que me sentía; convirtiéndolo cada vez mas profundo.
El fin que tenemos las personas, es encontrar la felicidad. Nos desgastamos buscando en el mundo exterior, cuando la respuesta la tenemos dentro de nosotros mismos. Encontrando esa paz interior nos lleva a no depender ni necesitar mucho de lo que pensábamos que hacia parte esencial de nuestra vida y que sin eso nuestra vida no tendría significado. El apego puede convertirse en un vicio peor que el de cualquier droga que nos va consumiendo sin darnos cuenta y que la dependencia se hace cada vez más grande y nos sentimos lejos de lograr cualquier cosa que no lo incluya.
Apego afectivo, material y hasta ideológico son algunas de las formas que podemos crear dependencia. El apego afectivo nos hace caer en relaciones toxicas o simplemente vivir de un recuerdo y una historia en nuestra cabeza distinta a la que es en realidad. Nos da miedo dejar lo que estamos acostumbrados a tener. Puede ser por miedo a la sociedad, económico o simplemente porque no contemplamos que existe algo mejor. Sin darnos cuenta que existen muchas posibilidades y no estamos solos. Nos cerramos tanto y creemos que tenemos la razón, que ni siquiera escuchamos ni vemos las señales del mundo exterior, lo que nos dice nuestra familia que ve las cosas desde otro punto de vista y lo que quieren para nosotros es lo mejor porque nos quieren.
Al perder a la persona con la que somos felices y que no por opción ya no la tenemos, podemos llegar a pensar que nuestra felicidad la enterramos con ellos; que nuestra vida se acabo. Pasamos por distintas emociones y sentimientos que nos pueden hacer revaluar nuestra vida o simplemente seguir por el mismo camino. Escondemos lo que sentimos en el mismo desespero de apagar ese dolor y no hacer que las otras personas no caigan al vernos mal. Yo no quería que nadie sufriera y mucho menos que la vida de todos se acabara, cuando aun quedaba mucha tela por cortar. Si quería volver a mi vida y ese dolor en el pecho indescriptible y latente se fuera apagando y no hundiera cada vez que quería respirar. Todo esto es parte del duelo, pero esta en nosotros convertir el apego en recuerdo o vivir apegado a lo que alguna vez teníamos y ya no esta. No somos eternos y unos nos vamos de este mundo antes que otros, pero no por esa razón tenemos que arrastra a todos con nosotros o dejar que se lleven nuestra esencia y razón de ser y vivir. Yo vivía apegada a muchas cosas, no solo afectivas y materiales, pero también apegada a ciertas creencias en las que para mi solo existía el blanco o el negro. Hoy que tengo otra perspectiva de la vida, me he dado cuenta que por cerrarnos y quedarnos apegados a las cosa, dejamos de conocer y saborear tantas cosas que aunque sean un poco diferentes a lo que nos gusta, también podemos encontrar ese detalle que nos puede hacer cambiar todo y disfrutar.
Se puede vivir una vida en un duelo eterno, donde la felicidad la sentimos que se nos va por entre las manos. Nada es positivo y se vive la vida a media marcha. Por otro lado se acepta, se vive, se aprende y aunque suene duro se supera, aunque no se olvide. Convirtiendo todo en una experiencia y fuerza para la vida. Donde lo mas importante se puede convertir en el regalo que nos dio Dios y es el presente que no se vuelve a recuperar.
Puedo decir que aunque el camino no ha sido nada fácil, y aparente que todo esta bien, tengo mis momentos donde toco fondo y me quiero rendir; pero lo que si puedo asegurar es que no he deseado haber muerto. Parte importante de mi vida no esta conmigo ahora, pero tengo tantos recuerdos y momentos que se han convertido en un regalo, que me dan cada vez mas fuerza para salir adelante. Hablarle a mis hijos de todo el legado que dejo su papá y sobre todo como era el. Como me enseño a disfrutar sin apegos, a vivir el momento y el ahora y sobre todo a encontrarme dentro de mi y sacar lo mejor.
4 comentarios en “Apego”
Excelente! Y los vamos a volver a ver y es ahi cuando nos podemos arrepentir de no haber vivido a plenitud.
Enviado desde mi iPhone
“…no he deseado haber muerto…”, pienso que esa frase es la demostración más fuerte de tu valentía. Pasé un doloroso proceso y por momentos pensé que esa era la salida para parar tanto sufrimiento. Gracias a Dios salí adelante, si bien no quisiera nunca haber pensado en eso, me enseñó a amar más la vida.
Me encanta como escribe, todo lo que nos trasmite y esa fuerza que día a día va construyendo , la hacen una Guerrera.
Gracias por compartir sus cosas y mostrarnos que la vida es un
Momento y hay que aprovecharlo, bendiciones 🙏🙏👍👍❤️👍
Sencillamente es maravilloso todo lo que leo maria Elvira es tan real y tan simple entender a perfección para mensaje q deseas transmitir.
Bravo