Autodestrucción

“Mírala, pobrecita, quedo viuda y con cuatro hijos.” “¿Como va a hacer con cuatro hijos?” “Pobres niños, van a crecer sin su papá.” “Ella ahora no puede hacer nada, tiene que dedicarse únicamente a sus hijos.” Cuando suceden las cosas que nos toman por sorpresa, muchas veces nuestra cabeza va más allá de lo que está pasando en el momento. No sólo se nos vienen miles de pensamientos, pero se van mezclando con lo que podrían estar pensando las otras personas. Nuestra cabeza se convierte en un torbellino de emociones y pensamientos que si no son organizados correctamente pueden derrumbarnos en un segundo creando una arena movediza que lentamente sin que nos demos cuenta nos va tragando, haciendo más complicado salir del hueco en el que estamos.

Hay tres caminos por los que podemos ir. El primero, el que yo elegí, es darnos un tiempo (no muy largo) y empezar a ver la vida de otra manera y disfrutar. El segundo es esperar a que el mundo gire a nuestro alrededor y sacudirnos aunque sea tarde, pero lo hacemos. Por último, está el de la lastima y victima; un camino fácil de recorrer, pero del que nos vamos haciendo prisioneros y se vuelve cada vez más difícil salir de el. La lastima puede significar en pocas palabras “observar a quien carece”, lo que crea un sentimiento que muchas veces lleva a la protección de aquel. Victimización en psicología es interpretado como una acción toxica en la que se pone una persona después de haber pasado por algún acontecimiento, por lo general negativo; es una forma de llamar la atención sobre si mismo y se adopta una actitud de autocompasión donde el fundamento principal es que el mundo está en su contra.

Para mi, ser una victima nunca ha sido una opción y es algo con lo que he luchado todo este tiempo. Si es cierto que pasamos por momentos difíciles, pero eso no significa que nos tenemos que escudar y esconder ante el mundo con lo que nos sucedió. Se empieza a convertir en un circulo vicioso del que cada vez es más difícil salir y se va convirtiendo en un espiral que nos va tragando. Me cuesta trabajo, mucho trabajo aceptar que mis hijos sobre todo se hagan pasar por victimas. Tienen la capacidad para saber que al hacerse sentir menos ante las personas van a lograr conseguir lo que quieren en ese momento. Me ha tocado pelear hasta el cansancio con ellos, ya que se pueden acostumbrar a vivir una vida guiada por la lastima y victimización, consiguiendo lo que quieren en el momento sin mucho esfuerzo y aprovechándose de la situación.

Al ponernos en el lugar de victimas sentimos que nada nos sale como planeamos, como si nos persiguiera una nube negra y todo va cayendo como domino. Nuestro ánimo se va bajando cada vez más ya que nosotros mismos nos ponemos en es lugar y ese musculo resiliente que es el que nos ayuda a salir adelante, se va debilitando y haciendo que cada situación y emoción que tengamos se vaya convirtiendo mas pesada y grande para alcanzar. Nos acostumbramos a ganar inconscientemente la atención de las otras personas que se empieza a convertir en nuestra zona de confort.

Lo que si les he enseñado es la autocompasión. La autocompasión es aceptar que somos humanos, que cometemos errores y que por momentos nosotros mismos tenemos que digerir las situaciones para poder salir adelante. Es parecido a ser victima y puede ser confundido con la lastima, pero una fina línea los separa. Esa autocompasión es la que nos da la fuerza para aceptar que hay una situación, pero a su vez entenderla y aprender de ella para poder continuar por el camino. La autocompasión no nos quita lo que paso, pero si cómo lo afrontamos y cómo no nos damos tan duro nosotros mismos y que los errores y situaciones no nos convierten en malas personas.

Cada acto tiene su recompensa y a veces los que más cuestan es la que más satisfacción nos da al recibirlas. Los caminos en la vida no son siempre llenos de paisajes hermosos como muchas veces los pintan, por lo contrario, son llenos de arboles tenebrosos que nosotros mismos podemos ir cortando y dándoles forma para convertirlos en algo hermoso para la vista permitiendo que esa oscuridad se vaya llenando de luz poco a poco.

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14 comentarios en “Autodestrucción”

  1. Esa fina linea marca la diferencia . Tu fortaleza y desiciòn esta haciendo devtus hijos personas con corazòn enfrentandose a la vida. Un abrazo TQM

  2. Margarita Heilbron

    Me encanta todo lo q escribes!! Q lindo verte superar los obstáculos q la vida nos puso por delante y q los compartas para ayudar a otros a crecer. Te admiro y te quiero!! Jamas vamos a ser víctimas de las circunstancias!!

    Enviado desde mi iPhone

  3. Cada vez que te leo, te admiro esa capacidad que tienes de como cambiar situaciones negativas en positivas. La forma como lo has manejado con esos chiquitos tuyos, me impresiona y me enseña como manejar los m{ios y eso que son edades completamente diferentes.

  4. Me alegra leerte, sé que inspiras a muchos, tus escritos
    ya deben llegar a miles de personas. Desde mi conocimiento, la empatía y como escritora solo me queda sugerirte que por favor revised la ortografía y la gramática antes de publicar. Se te entendería mucho mejor algunas ideas que por falta de acento se deslucen.
    A la orden si necesitas correctora.
    Un abrazo sostenido.

    iPhone de Susana Jiménez Palmera
    3003160475
    No duermen los sueños.

  5. ignacio Guatibonza

    Gran parte de la problemática de nuestra sociedad Colombian, es esa victimización recalcitrante de la cual se cree poder sacar mucho provecho. Como bien lo dices, esto funciona en el momento, pero acostúmbrarte a eso es cavar tu propio hueco, ya q la sociedad se cansa.

    Gracias por tus sabias palabras, y espero q nuestros hijos sean capaces de generar orgullo y no compasión, si que menos lastima.

    Un fuerte abrazo.
    Ignacio

  6. Muy ajustado a la realidad. Yo renuncié a ser víctima de una situación que atravesé, “nada peor que estar recluido en la celda de la autocompasión”. La principal motivación por la que lo hice es por mis hijos, me dejé ver sufrir y sufrían por mí. Un día no quise que vieran más a un padre derrotado y cambié radicalmente, a veces sufriendo internamente, pero frente a ellos de pie y luchando y, sobre todo, gozándome la vida con responsabilidad.

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