Cuatro.

Al principio era sólo yo, pero mi título como hija mayor no me duró mucho. Al año y tres meses llego a acompañarme mi hermana. Todo era perfecto, pero siempre había el momento en el que ella, más que yo, pedía un hermanito. Por mucho tiempo, 8 años para ser exacta, esperamos a que se hiciera realidad; hubo dos perdidas, pero después llegó mi otra hermana. El ramillete de mi papa estaba completo y había llegado quien nos alegraba los días con sus locuras y habladuría. Como a mi, su título de hermana menor no le duró mucho; al año y dos meses llegó mi hermano, mi gordi, mi marcianito – mi primera impresión cuando lo vi.

Aunque los amé instantáneamente, los celos y el cambio de pasar de dos a tres y después a cuatro, me dio duro. No una, sino mil veces le cuestioné a mis papas porqué cuatro hijos y en mi rebeldía les decía que mejor éramos dos que cuatro. Le preguntaba a Dios porqué cuatro hijos si estábamos bien las dos. En esos momentos no tenia ningún tipo de respuesta, pero si unos hermanos que me llenaban los días y con quien compartía muchísimo a pesar de la diferencia de edad. No me puedo quejar, pero siempre en mi, daba vueltas el porque cuatro.

En mi cabeza, el número perfecto eran dos. Dos hijos, preferiblemente hombres para que siempre me consintieran. Uno para cada mano y poder caminar con ellos por la vida sin tener que pensar en como organizar ni a quien soltar. Mis planes siempre han sido distintos a los que Dios tiene para mí, por mucho que traté de ser como el salmón siempre nadando en contra de la corriente.

Llegó mi primera hija sin ser planeada y antes de tiempo, pero llegó enseñarme más de lo que yo esperaba. La responsabilidad estaba tocando a mi puerta y maduré. Conocí lo que era el amor solamente con sentir y sin haber tocado ni visto. Mi segundo hijo, al igual que la mayor, se adelanto a los planes; nuevamente el orden que tenía en mi cabeza no era lo que iba a suceder. Llegó a enamorarme y ser mi novio eterno. Me confirmó que el corazón tiene espacio para mucho, sin tener que sacrificar y sobre todo que el amor se va multiplicando sin uno darse cuenta.

Yo estaba lista para quedarme con lo que le decimos la pareja, pero sabía que no era lo que yo sola decidiera y no podía ser egoísta. Acepté que íbamos a tener un tercer hijo, sin saber que en ese momento ya estaba embarazada. Una vez mas, se habían adelantado a mis planes. “Mírame que es la última vez que me vas a ver así.”, fueron mis palabras textuales a Abel antes de que naciera mi tercera hija. Por mi mente el número cuatro no era parte de mi ecuación. Al año y dos meses nació el golazo más hermoso. Una vez mas, la vida y mi esposo se habían salido con la suya. Yo no quería aceptarlo y la noticia que íbamos a ser una familia de seis me dio duro, me daba hasta pena que las personas supieran que iba a ser mama de cuatro.

Con personalidades distintas, cada uno tiene como sacarme una sonrisa al igual que la piedra, pero logran en mi la estabilidad necesaria para seguir luchando y demostrarles que la vida con sus altos y bajos es hermosa.

Hoy, no me cambio por nadie. Aunque por momentos quiero salir corriendo y dejar todo, el resto del tiempo es la mejor sensación. La casa llena, verlos sentados jugando juntos aunque las edades sean diferentes. El combo completo cantando a una sola voz cualquier canción, sentados abriendo los regalos de navidad; en fin, todos los momentos que me dan hacen que esta locura de ser mamá de cuatro sea la mejor experiencia. No es fácil e implica dedicación, orden y rutina, pero el resultado final es tan gratificante que hace que cualquier cosa valga la pena.

El número cuatro significa objetividad, lógica y estabilidad; representa el cuadro, la forma, los cuatro elementos. Evoca el sentido del deber y la disciplina y una construcción sólida. No soy de las que me dejo llevar por muchas cosas, pero sin querer queriendo le encuentro un poco de sentido a lo que se dice. Aunque no me daba cuenta, la respuesta le he tenido toda mi vida ante mis ojos, pero tenía que vivirla por mi misma, darme cuenta que mis hijos son la base de todo, son los que han llegado a darme estabilidad y orden cuando mi mundo se estaba desplomando; los que me han agarrado y no me han dejado caer. Se agarran unos con otros dando espacio suficiente para todos. Aunque no tenga mucho sentido, son ellos los que han venido a enseñarme más de lo que yo pensé que en la vida les iba a enseñar a ellos. Estefania es la niña más dulce que existe. Abel, un enamorado de su mamá que cada minuto cambia su profesión y no deja de ser un viejito. Emilia con sus luceros azules y salidas que dejan sin respuesta, se mete al bolsillo al que sea. Maria, la coqueta y consentida de todos que desde las seis de la mañana se entacona.

Las reglas en el juego de UNO hacen que en instantes todo cambie. Tienes una mano, de la cual tienes que irte deshaciendo una a una y si tienes suerte, no te toca comer y puede ser un juego rápido. Otras veces es un poco más complicado que cuando estas listo para poner una carta, al jugador que le toca antes te cambia el color o número y tu juego no es el mismo. Cuando piensas que lo lograste y sólo te queda la ultima carta y estas listo para gritar UNO, se te adelantan y te toca agarrar mas cartas y empezar de nuevo. Te puedes levantar, pensar y con un poco de estrategia hasta ganar. Podemos ser los pilotos, pero a veces el piloto automático tiene más fuerza que nosotros y es algo con lo que no podemos luchar. No es que no quiera el control, pero hay cosas contra las que no puedo luchar; solo puedo mirar que es lo que tengo al frente y ver las opciones y continuar.

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8 comentarios en “Cuatro.”

  1. Asi es Mary no es lo que uno quiere es lo que Dios tiene para uno. Recorde las protestas por ser tantos pero hoy en dia mis hermanos son mis tesoros y mis mejores entrenadores para la vida .
    😘

  2. Como si fuera ayer me acuerdo; nooooo ya no mas aqui me quedo! 2 semanas despues no aparecias negando la realidad. Para luego demostrar tu fortaleza y la super mama de 4 que siempre haz sido!

  3. Me gusta como escribes… jajaj si me recordó esas mismas palabras me dice mi hijo mayor que porqué ahora somos 4 que mejor cuando eramos 3, que porqué llegó eñ hermano…. jajaj
    y si definitivamente los planes de Dios son diferentes a los de nosotros, lo que si es cierto es que nunca se equivoca..

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