Con cada golpe de la vida, vamos sintiendo que el peso en nuestros hombros se hace cada vez más pesado. Miramos a nuestro alrededor y sentimos que no hay forma que algo peor nos pueda suceder. Tenemos días bueno, malos y regulares; al igual que días espectaculares que nos hacen olvidar de todo, pero son opacados por esos que no fueron tan buenos. Un buen momento dura toda la vida y es difícil de olvidar, pero un mal día es difícil de superar y si no ponemos un poco de nosotros nos podemos ahogar en las dos gotas de agua que le caen al vaso.
Hay momentos y situaciones que nos marcan y cambian el rumbo de nuestras vidas. Si no tenemos la capacidad de levantarnos cada vez que caemos, sentimos que empezamos una línea curva y terminamos en el mismo punto donde habíamos empezado, convirtiéndose en un círculo vicioso; perdiendo tiempo y hasta el aliento y las ganas de seguir.
Yo me ahogo y más de lo que muchas personas pueden imaginarse o esperarse. En esos momentos me tomo mi tiempo, respiro y miro a mi alrededor. Cada cabeza es un mundo y ese mundo gira a una velocidad distinta a la de al lado. No por esa razón podemos pensar que lo que estamos viviendo es más fuerte y duro que el de otras personas. Mi cruz puede ser grande, pero la de alguien que pasa por mi lado puede ser mucho mas pequeña y hecha con un material pesado. Por lo general tenemos las palancas necesarias para ajustarla y que sea un poco más llevadera, pero nosotros mismos nos cegamos y vemos todo gris.
La semana pasada, estaba reviviendo momentos. Tenía dos fechas especiales para mí: mi aniversario y el cumpleaños de mi hija María. No era la primera vez que los iba a pasar sin Abel, ya sabía lo que era, pero no significaba que iba a ser fácil; uno aprende a vivir con la falta y el dolor, convirtiéndolo en algo llevadero, tratando de borrar lo feo para ver lo bello. Desde que me levante ese lunes (septiembre 11), no podía parar las lágrimas, no me sentía yo, y el que me conoce se daba cuenta de que no era yo; me sentía apagada. Por un largo rato, me quedé en el Santísimo entregándole todo a Dios, el más que nadie sabía lo que yo estaba sintiendo.
Fue un día duro y no encontraba cómo saciar el vacío que sentía. A las seis de la tarde, después de que una de mis buenas amigas y apoyo me acordó del Rosario, salí corriendo a soltarle todo a la Virgen; lloré como nunca y sentí que todo lo que había vivido no tenía razón. Ahí se encontraba una hermanita que está a cargo de una fundación, y estaba con algunos de los niños. Antes de que se acabara todo, pidió por una niña que se encontraba ahí, quien cumplía su 8vo cumpleaños sin sus padres, su madre en el cielo y su padre se encontraba perdido en las drogas sin siquiera poder reconocerla.
Fue un golpe bajo que me dejó sin respiración, pero me sacudió de tal manera que lo único que podía hacer era estar agradecida. Sentía dolor por la injusticia hacía ella, pero peor, sentía que me estaba quejando por un mal día teniendo la fortuna de contar con una familia; hijos y amigos, una cama cómoda, comida y sobre todo amor. Pero la enseñanza más grande me la dio la niña: aunque las lágrimas se le salían de los ojos, estaba arrodillada ante la Virgen y pude leer en sus labios como le decía “gracias”.
Sentimos que estamos haciendo algo malo y por esa razón nos toca cargar con lo que nos está pasando. Nos da la sensación de que todo se va uniendo, convirtiéndose en una bola de nieve que se vuelve cada vez más grande, atrapándonos cada vez más. Todo esto va causando que se nos olvide que el sol brilla y tiene la fuerza de derretir la nieve. No hay problema tan grande que no tenga solución. Muchas veces nos toca comenzar de cero, pero ese comienzo lo hacemos con más ganas de lograr todo aquello que nos proponemos y sabemos que si le ponemos un poco de nosotros, lo podemos conseguir. Los caminos en la vida son largos, y por el afán nos atrancamos sin haber comenzado. Después de haberlo recorrido por un rato, nos vamos a encontrar con varios obstáculos que nos van a frenar. Para no darnos por vencidos, debemos mirar cuánto hemos recorrido y lo grandes y fuertes que nos hemos convertido en todo el camino, y no lo que nos falta para llegar a la meta.
Cada día debe ser una reflexión de que lograste terminar, lograste llegar al final y puedes con otro día más y sigues vivo. Tenemos que ver las bendiciones que tenemos, agradecer por ellas, apreciarlas y sacarles el mayor provecho. Todos tenemos una historia y nuestra grandeza siempre es demostrar cómo podemos salir vencedores de cualquier situación, siempre sonriéndole a la vida. Al final, todo valió la pena.
11 comentarios en “Esa cruz”
La Virgencita te quiere mucho y seguirá siempre acompañándote para salir adelante en tu vida y guiar a tus hijos por el buen camino. Te quiero mucho Mari
Hermosa reflexión 🙏🏼🙏🏼🙏🏼💕💖😘
Enviado desde mi iPhone
Mi querida Mary Todos tenemos dias dificiles de acuerdo a situaciones que vivimos o hemos tenido; la fuerza y fortaleza tuya viene de Dios y de nuestra madre del cielo, que sabiamente te haz refugiado; enseguida tuviste de frente la realidad de la niña que estuvo ahi y amiga no fue casualidad. Por esto recuerdo la sabia frase del papa » que nadie fabrica candados sin llaves, asi mismo a los problemas Dios te ayuda a encontrar la solucion.
Un abrazo sincero 🙅😘
Mary:
Cada vez que te leo , veo la fortaleza de tu alma , qué bueno saber que se puede superar un trago amargo y salir adelante , me siento orgullosa de ti y sé que cada día Dios te dará más fortaleza para seguir adelante por ti y por tus pequeños, un abrazo y que Dios siga bendiciéndote .
Sigue aferrandote a papa dios y la virgencita que esa cruz se vuelve mas llevadera.
Esos angelitos seran siempre tu fortaleza
Gracias. Tu escrito me llegó al alma en uno de esos días no tan buenos.
Mari eres admirable. Que escrito tan cierto! Me encanta donde comentas el tamaño y el peso de la cruz! Hermoso!!!!! Totalmente cierto! Un abrazo! No dejes de escribir! Tus mensajes nos dan fortaleza a todos!
Mary que palabras tan hermosas y motivadoras! Esbribes espectacular! Te admiro mucho.
Siempre te recuerdo como si todavía estuvieses en el colegio! Pero te has vuelto grande en grandeza y sabiduría. Compartir los sentimientos nos edifica aunque es muy difícil, pero estás ayudando a muchas personas sin saber cuánto . Gracias, sigue escribiendo que edificas a muchas, abrazos
Mary que lindo, Gracias a Dios lo tienes en tu corazón y la Virgencita, acompañandote, como sólo una Madre sabe hacerlo por sus hijos. Hermosa enseñanza; ante el momento que estabas viviendo.
Te admiro y quiero mucho🌹
Mochy