Todo tiene su razón. Muchas veces no encontramos el porqué y no lo vamos a entender, pero tenemos la tarea de trabajar y aceptar el para qué. Cuando las cosas suceden y se nos salen de las manos, tratamos de encontrarle el sentido. Si pasamos por un momento difícil, buscamos la ayuda que necesitamos para no desfallecer, ya sea por medio de una fuerza a la que nos aferramos fuertemente para no caer cuando sentimos que todo está perdido. Para mi, como católica se llama Dios. Por lo general nos acordamos de Él cuando sentimos que no tenemos cómo mejorar las cosas por nuestros propios medios. Nos llenamos de miedo y nuestra opción es pedirle a Él que nos llene de tranquilidad y nos resuelva los problemas. Esto nos lleva por dos caminos, el primero acercarnos y encontrar su verdadero amor por nosotros, o el otro cerrar los ojos y buscar otro medio que nos llene y nos de tranquilidad ya que pensamos que Dios nos ha fallado y no nos ha dado lo que pensábamos que era lo mejor para nosotros; tratamos de llenar un vacío con una pala.
Cada persona tiene su creencia, su forma de orar, búsqueda de tranquilidad y es un tema delicado cuando se habla de él. No todas tenemos la misma opinión y nuestras circunstancias y situaciones no son las mismas, pero nos aferramos a algo sobre todo en los momentos difíciles. Yo crecí en una familia creyente, donde mi abuela materna siempre fue el eje de la oración para nosotros y con su ejemplo nos ayudaba a reafirmar nuestras creencias. Mis papas han seguido su misma línea, construyendo en nosotros el camino del bien siendo personas correctas y siempre agarrados de la mano de Dios y la fe. No ha sido fácil guiar a cuatro hijos (mis dos hermanas, mi hermano y a mí); ya que todos hemos pasado por nuestros momentos, unos más rebeldes que otros y nos ha entrado la duda y hasta nos hemos alejado de Dios por no aceptar ciertas cosas que sentimos que nos están imponiendo. Yo pasé por eso, me alejé y dudé, pero la verdad siempre fue sin soltar, en un acto de rebeldía, mas que con Dios, con la obligación de ir a misa. Hoy, no paso un día sin ir, para mí es un espacio donde me puedo desahogar y suelto, aunque muchas veces no lo hago por completo.
He tenido una vida afortunada, donde gracias a Dios no nos ha hecho falta nada: he tenido unos padres, hermanos y familia amorosa y unida, un techo, la oportunidad de tener una excelente educación, graduarme, ser profesional y además poder hablar tres idiomas. He tenido mis grandes golpes en la vida (el de Abel no ha sido el primero, pero es un tema para mas adelante) y siempre he encontrado una respuesta o una manifestación de Dios. Me ha dejado claro que todo tiene solución, que todo tiene su razón y sobre todo las cosas pasan no porqué hemos hecho algo malo y merecemos eso, sino para que aprendamos a levantarnos y hacernos más fuertes y madurar. Como dicen, a los trancazos es que se aprende. No por eso he dejado que me derrumben sino más bien me he fortalecido y he crecido como persona.
Al pasar por un momento, sobre todo difícil, le pedimos a Dios que nos solucione y organice las cosas. Si no logramos los resultados que esperamos, nos decepcionamos y nos llenamos de rabia. Dios siempre está ahí para nosotros y nunca nos va a dejar solos, pero Él no va a hacer lo que nos toca a nosotros hacer. Hay cosas que son nuestro trabajo y a veces queremos es encontrar la salida fácil, pero también tenemos que poner de nuestra parte y sobre todo tener fe. Tenemos que entregarlo todo por Él, como Él lo ha hecho por nosotros. Queremos que nos resuelva, pero no soltamos y confiamos en Él. Para poder lograr las cosas hay que soltar, tener gratitud y ser agradecidos.
Al pedir por algo, sobre todo a Dios, es porque sentimos, así sea en el fondo, que nos merecemos eso y es mas como un deber que nos den lo que hemos pedido. No nos damos cuenta que tenemos que estar seguros de lo que estamos pidiendo, que de verdad es para nuestro beneficio y cuál es la causa y efecto que eso puede traer. Somos humanos y nos equivocamos. No se trata de creer que somos santos, pero si saber que todo pecador tiene un futuro y todo Santo tiene su pasado. No por haber cometido algún error en el pasado significa que no podemos cambiar las cosas y no por haber hecho siempre las cosas bien no podemos caer en alguna tentación.
Para mí, ha sido parte fundamental en mi vida; sobre todo ahora que sentía que mi mundo se desmoronaba y que nada salía bien. Veía ante mis ojos como todo caía como fichas de domino, pero Él siempre se manifestaba de alguna manera, mostrándome la luz en ese espiral del que sentía que de ninguna manera iba a poder salir. Porque al final, Dios no busca carta de presentación perfecta; busca un alma dispuesta, arrepentida. Una persona nueva.
3 comentarios en “Mi conexión.”
❤️❤️❤️
Gracias por todas las Enseñanzas que nos Das. Personalmente me alimento de Dios, la Virgen y Tu Blog. Son duros mis momentos pero mis Ojos al Cielo y mi Frente hacia adelante.
Mary me encanta tu perspectiva, tu modo de expresar, de levantarte de las caidas. Dios prueba a sus mejores soldados, El nos ayuda a sobrellevar las cargas. Un abrazo 🙅😘