Lo pequeño

Al tener grandes cambios en nuestras vidas, empezamos a sentir distintas emociones. Pasamos de un estado tranquilo a sentir angustia o lo contrario. La costumbre y la rutina nos pueden llevar a tener una vida más tranquila, pero siempre y cuando sea equilibrada o se puede convertir en algo monótono y al que no le vamos encontrando el sentido. Cuándo recibimos un golpe que no esperábamos, por lo general no nos tomamos el tiempo para entender y/o encontrarle sentido a las cosas que están sucediendo a nuestro alrededor. Nuestro afán de buscar la perfección antes de la felicidad nos lleva a un ritmo en el que el verdadero sentido de las cosas y su esencia no la encontramos. ¿Cuántas veces dejamos de hacer todo lo que estamos haciendo para agradecer por lo que tenemos? ¿Cuántas veces dejamos de ver solo el lado negativo de las situaciones, por muy doloras que sean?

“Mary, acuérdate cuántas veces los sábados sentados almorzando venía a la mesa el tema en el que siempre estábamos de acuerdo Abel, Hugo y yo; si llegábamos a estar conectados a una maquina, preferíamos que nos desconectaran. Solo acuérdate.”

Parte de mi sabía que él nunca quisiera estar en un estado en el cual no podría hacer nada y mucho menos comunicarse. La otra parte me decía que tenía que luchar costara lo que costara. A la vez, cuando unía todas las ideas, en mi cabeza no existía la posibilidad ni veía un futuro en el que no iba a tener a Abel y mis hijos iban a crecer sin un papá. Educar a mis hijos sola, sin el apoyo de una pareja era inimaginable; pero al final nadie está preparado para las situaciones por las que pasamos a diario. En nuestras cabezas, tenemos muchas cosas claras ante una situación hipotética, al convertirse en una realidad todo cambia y terminamos actuando de una manera totalmente diferente. “Si a mi me atracan, yo entrego todo! Mi vida vale más que cualquier cosa.” Cuantas veces no hemos repetido esto, no es una situación por la que he pasado, pero se que mi reacción no seria esa.

Luché e hice todo lo que estaba a mi alcance hasta que lo solté y Abel falleció. Mi primer pensamiento antes de abrir los ojos después de haber dormido unas cuantas horas esa primera noche ya verdaderamente sin él fueron; “gracias Dios mío por no haberlo dejado así.” A veces se nos olvidan las bendiciones y dar las gracias por todo lo que tenemos. Toda situación tiene su razón de ser. Está en nosotros reflexionar y agradecer. Por lo general si las cosas no salen como queríamos o esperábamos, nos pasamos la vida lamentándonos por lo que no fue y lo que ya no tenemos y empezamos a perder una de las cosas mas valiosas que tenemos; la libertad. Nos volvemos esclavos de nuestros pensamientos aferrados a algo que ya no está; sin darnos cuenta de todo lo bueno que nos ha llegado al haber tenido un cambio en eso que queríamos y pensábamos que era lo mejor para nosotros, pero no era lo que en realidad necesitábamos.

Tomándome mi tiempo y cambiando los papeles un poco, pude entender y aceptar que lo que había sucedido en realidad era una bendición de la cual debería siempre estar agradecida. Pensaba que no podía vivir sin Abel; si quedaba vivo aferrado a una cama lo iba a ver y tocar, pero me tocaba vivir sin él. Para mis hijos, no tener a un papá con quien jugar, hablar, que los ayudara y complaciera al igual, no iba a ser posible si no se iba poder ni mover. La soledad iba a ser infinita, tanto para mi como para mis hijos y toda la familia. Doy gracias que el recuerdo que mis hijos tienen de su papá es una risa nerviosa por muy feliz que estuviera, un sonido peculiar que a metros se reconocía; un papa incondicional que no los dejaba ni a sol ni sombra y que se desvivía por ellos y por mi. Esa, es una verdadera bendición. Si, van a tener un gran vacío y tengo un gran trabajo para tratar de que no sea tan profundo, pero gracias a Dios cada momento compartido con el fue vivido intensamente.

Vivimos en un mundo en el que se nos ha vuelto una prioridad lo material y banal que se nos olvida lo que verdaderamente es importante. Levantarnos debería ser el momento mas lindo para nosotros; es cuando mas agradecidos deberíamos estar que Dios nos esta regalando un día más para ser felices. Nos levantamos de la cama y no nos percatamos que teníamos un lugar cómodo y seguro protegido por un techo donde pudimos dormir. Cada alimento que nos comemos lo hacemos sin pensar la bendición que tenemos de poder llevarnos algo a la boca; cuántos niños se acuestan con una sola comida en el día o padres que no comen nada para darle esa comida a sus hijos. Nuestra rutina diaria es una bendición de la que tenemos que estar plenamente agradecidos por muy aburridos que nos sintamos de ella.

Debemos estar siempre agradecidos hasta por las situaciones que nos incomodan o nos hacen sufrir. En esos momentos es cuando tenemos que estar más agradecidos porque esa situación por la que estamos pasando nos está cambiando el rumbo de nuestra vida dejando a un lado lo que no nos convenía y nos traerá algo mejor. Somos tan egoístas y centrados en nosotros mismos que no somos capaces de soltar una puerta para poder abrir la otra. Le doy gracias a Dios por cada una de las situaciones que en lo corrido de el año he pasado; me han hecho entender mejor el camino por el que tengo que ir y por lo que en realidad me tengo que concentrar. Después de la tormenta siempre viene la calma y todo daño que cause puede ser una nueva oportunidad para crear u organizar todo de una mejor manera.

Estas situaciones y momentos por los que he pasado , me han hecho conocerme y quererme a mi misma como nunca lo había hecho. Me he encontrado y es algo por lo que no tengo palabras para agradecer. Tengo mis momentos, y tengo varios días en los que no la he pasado para nada bien, callada, apagada y distanciada; pero me ha servido para tomarme mi tiempo de darme cuenta de todo lo que me han dado por unas cuantas cosas que me han quitado aunque era uno de mis tesoros mas preciados. Ya hoy estoy tranquila. Todo esto me he dado mas fuerzas y he resuelto situaciones y conflictos internos que yo sola tenia que resolver. Mi vida no va a ser perfecta y aprendí a no buscar la perfección que es algo que no existe, pero si la felicidad que es lo por lo que en realidad debemos de perseguir. No se trata de contar, pero si de mirar las bendiciones que tenemos.

Gracias, Señor, por todo
lo que en este año me diste.
Gracias, por los días de sol y los nublados tristes.
Gracias, por las noches tranquilas y por las
inquietas horas oscuras.
Gracias, por la salud y la enfermedad.
Gracias, por las penas y las alegrías.
Gracias, por lo que me prestaste
y después me pediste.
Gracias, Señor, por la sonrisa y la mano amiga,
por el amor y todo lo hermoso y dulce.
Por las flores y las estrellas y la existencia
de los niños y de las almas buenas.
Gracias, por la soledad, por el trabajo,
por las dificultades y las lagrimas,
por todo lo que me acerco a ti mas íntimamente.
Gracias por tu presencia en el sagrario
y la gracia de los sacramentos.
Por haberme dejado vivir.
Gracias!

Una oración que mi abuela me regalo…
FRIMA MEC

Suscríbete a mi blog

Loading

14 comentarios en “Lo pequeño”

  1. Mary de verdad toda una enseñanza de valor y superacion; de caer y levantarse, pero sobre todo de aprender a agradecer a Dios por cosas que pensamos pequeñas pero fundamentales, como tambien agradecer por las tormentas que aunque se superen y son fuertes nos dejan enseñanza paranuestra vida.
    Dios contigo siempre con El todo se puede. Un abrazo.

  2. Mary🌹Gracias por tus bella palabras que edifican nuestra vida.
    Gracias Dios, por haberme permitido conocerla y atraves de ella; alimentarnos de tu amor ❤️

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post Relacionados