Ellos

Es cierto que no hay nada más puro y transparente que el alma y corazón de un niño; tienen un espíritu sencillo. Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Muchas veces creemos que por su edad no se dan cuenta de las cosas o simplemente no van a entender lo que esta sucediendo. Yo, a mis cuatro hijos siempre les he hablado con la verdad. Sea un acto de cariño, un juego o un regaño, trato que las palabras que utilizo sean las apropiadas para que reciban el mensaje que les quiero transmitir.

Pensamos y damos por hecho, que por su corta edad no son capaces de entender lo que les estamos diciendo; nos equivocamos. Los niños son como esponjas que van absorbiendo cada palabra y acto que nosotros como adultos decimos y hacemos. Sus sentimientos también se desarrollan desde pequeños y al igual que nosotros tienen que aprender a superar y sobrellevar las distintas situaciones del día a día. Frustración, rabia, felicidad, inseguridad, tranquilidad son también emociones que ellos sienten. Aunque cueste trabajo creerlo, un niño de 5 años puede sufrir de depresión.

Los niños también tienen que hacer su duelo. Los adultos, por lo general no les permitimos que hagan su proceso apropiadamente y muchas veces es por protegerlos; sin darnos cuenta del daño que les estamos causando. Tienen sus días buenos y sus días malos, pero van llevando el proceso a su manera. Se les puede mezclar con la fantasía por lo que es importante siempre tratar de ayudarlos a no salirse de la realidad e ir poco a poco aceptando las situaciones.

“Mami, prométeme que no te vas a volver a casar!” Esas fueron las primeras palabras que me dijo mi hija mayor apenas me vio después de enterarse de la noticia. Le expliqué que eso no se lo podía prometer y le dije que sabía que ella me lo estaba diciendo porque no estaba dispuesta a perder a alguien mas. Ella llora en sus momentos y es a la que más le cuesta hablar de él y mencionarlo. Me dice constantemente que le hace falta y que hablar de él le duele. Al principio le costaba ir a los lugares que frecuentábamos con Abel, le daba miedo afrontar las situaciones y lugares por no sentir dolor. Una que otra noche le costaba conciliar el sueño y entraba corriendo a mi cuarto con lagrimas en los ojos llorándolo; nos quedábamos ahí hasta que se regresaba a su cuarto y se quedaba dormida.

Quisiera poder entrar en su corazón y aliviar esa carga, pero sé que al igual que yo, ella lleva su proceso. Le va a tomar tiempo, pero poco a poco ha ido aceptándolo y lo menciona con una sonrisa en la cara. Sus primeros días en el colegio no fueron fáciles, un nuevo profesor, otro reto y regresar al colegio con un peso en sus hombros que la curiosidad de sus amigos –sin malas intenciones- iban a hacerlo mas pesado.
Al igual que ella, mi hijo empezaba elemental (primaria). Esto era un gran cambio y hacerlo sin el apoyo de su papá al ser tan unidos, lo iba a hacer más difícil.

Días antes que entraran al colegio, la mamá del mejor amigo de mi hijo, quien es psicóloga, me aconsejó que hablara para que al entrar le contaran a los niños lo que había sucedido y si tenían preguntas se las respondieran ahí mismo. Esto fue lo mejor que pudimos hacer, a los niños se les quitó la curiosidad y se habló tan normal del tema, que después de esa charla en cada salón no hicieron mas preguntas a mis hijos. Estefania y Abel, decidieron que no querían estar ahí presentes para que sus amigos pudieran preguntar tranquilamente. Ellos por su parte no estaban sintiendo que una vez mas les estaban dando en la herida que estaban tratando de sanar. Les costó adaptarse, pero poco a poco lo fueron haciendo. Empezaron a participar cada vez más volviendo a ser activos como lo eran en los años anteriores.

– “¿Me pregunto como será el cielo y conocer a Dios? Creo que es dorado y brillante lleno de nubes y Dios hace cosas nuevas todos los días.”
– “Es el lugar mas perfecto y lindo que hay. Papi está contento allá.”
“¿El está más contento allá que con nosotros? ¿Prefiere estar allá que acá con su familia?”
– “No mi amor, él nos ama y estaba feliz acá, pero hay personas que se tienen que ir antes que otras y a papi le toco irse. No significa que no nos quiera. Él nos está acompañando en cada cosa que hacemos.”
– “Mami una pregunta, ¿Por qué los Dioses y los muertos no nos pueden visitar a los del planeta tierra? Siempre pienso que los otros días papi va a venir a visitarme, pero jamás va a pasar!”
– “¿Tú que me dijiste que lo veías en tus sueños verdad? Bueno, ahí es cuando papi te puede visitar, como no está con nosotros, por medio de los sueños es que nos visita.”
-“¿Sólo lo voy a ver en los sueños que? Jamás he podido hablar con él mi mente y solo quiero que me conteste!”
– “El en los sueños te contesta y tu de pronto no te haz dado cuenta.”

Se me arruga el corazón y se me parte en mil pedazos al escuchar la conversación que días después de la muerte de Abel pude grabar. Era Abel Eduardo, quien entre lagrimas por varios minutos me preguntaba por qué su papá no estaba; tratando de encontrar las respuestas a ese por qué que los adultos también nos preguntamos. Se que soy yo por la voz, pero no entiendo como serenamente y sin muchas pausas le puedo ir dando las respuestas que el quiere y necesita para no ir haciendo el hueco más grande. Hoy él, es un niño tranquilo y feliz. No le tiene rabia ni le reprocha a Dios por haberse llevado a su mejor amigo, como se decían mutuamente.

Un día antes de que entregaran las cenizas, la hermana de Abel se llevó a los niñitos una mañana para estar con ellos. Al regresar, habían ido a un almacén y ella les había comprado unos juguetes. Emilia, estaba feliz y llegó hablando de una muñeca que le habían comprado. Al final, esa no fue la muñeca que le compraron, cuando ella se dio cuenta, algo en ella se disparó y empezó a llorar. Al principio me llamó a mi y después a su papá como lo hace cualquier niño. Al mencionarlo, a todos se nos paró el corazón y nos quedamos fríos; por su lado, ella se dio cuenta que no estaba y empezó a llamarlo a gritos. Coincidencialmente, la psicóloga estaba entrando a la casa a ver cómo íbamos. La llevamos a un cuarto y después de casi una hora dando gritos desgarradores llamándolo, la psicóloga logró con palabras claves que ella lo empezara a soltar; iniciando así su proceso. De tanto llorar, ese día se quedó dormida. Ella es la que más lo menciona, dejando saber a todo el mundo que ella tiene un papá y que él está en el cielo. “Quiero que me empujen más duro para poder llegar al cielo y darle un beso a mi papá!” Eso le decía a la persona que la estuviera empujando en el columpio. La hemos dejado en su proceso hasta cierto punto. No la podemos dejar salirse de la realidad o causarse daño para poder irse para el cielo con él.

María, la más pequeña, la que nadie pensó que se iba a dar cuenta, se le ha hablado igual que a sus hermanos de lo que sucedió. No preguntó mucho, pero un día, jugando con sus muñecas iba caminando con una en la mano y le dijo: “papi está en el cielo y ya no va a volver mas, pero nos está cuidando.” Si me lo hubieran contado no lo creo, pero me ha ido tocando cada situación en el momento perfecto para saber que ellos también llevan su proceso. Eso fue hace meses. de un mes para acá, ha empezado a mencionarlo. “Amo a papi y a mami más que nada.” “Como le gustaba a papi!” “Mi papi que está en el cielo…” Por su edad, está entrando en la etapa de Edipo; para mi es una mezcla de la edad y su proceso.

Cada uno de mis hijos lo ha tomado y llevado de una manera distinta. Hay días buenos y días muy difíciles, pero he visto cómo poco a poco pasan sus noches completas, sin dar gritos y levantarse llorando. Han vuelto a disfrutar de las cosas que solían hacer con su papá recordándolo con felicidad y no con tristeza. Varias amigas que han vivido el proceso y han tenido la oportunidad de tener a mis hijos en sus casas, me llaman a felicitarme y a decirme que los ven contentos y tranquilos y como ha sido el cambio en tan poco tiempo.

No es que mis hijos sean perfectos o que yo lo he manejado de la manera correcta, pero por lo menos el manejo me ha dejado la gran satisfacción de que vamos por buen camino. Cada día trae su afán y siempre aparecen temas que tenemos que ir aprendiendo a llevar. Nos hemos caído y estrellado varias veces en este proceso, pero no hemos dejado que nada nos frene. Les recuerdo todos los días que ellos son su propio límite y que ellos lo pueden lograr. Hasta para abrocharse el cinturón en el carro les tengo prohibido decir “yo no puedo…” Lo intentan repitiendo en voz alta “yo si puedo!” y al lograrlo la sonrisa y emoción que sienten al ver que son capaces de hacer algo tan simple, pero difícil para ellos los llena de ganas y motivación para seguir superando retos.

Tenemos que aprender de los niños. Seguir siendo de espíritu sencillo y transparente. No ponerle malicia a las cosas naturales y entender que al igual que nosotros ellos también tienen su proceso y se dan cuenta de las cosas que pasan a su alrededor. Permitirles a ellos solos llegar a donde quieren. Estar al lado de ellos y no delante de ellos. Ayudarlos en lo que necesiten ayuda, pero no resolverles todo. No siempre vamos a estar ahí.

FRIMA MEC

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18 comentarios en “Ellos”

    1. Cómo no sentir admiración? No me cansaré de decirte que eres una berraca. Y cada vez que leo siento un nudo ennla garganta y siempre tengo las lágrimas a flote. Dios te bendiga siempre y te siga dando esa gran fortaleza y resilencia. Un abrazo

  1. Claudia Gomez de la E.

    Siempre me dejas sin palabra! Admirable como sientes y escribes para nosotros, solo resta decirte q estoy segura q vendran mejores dias y nuevas oportunidades. TQM❤️

  2. Mari… primita de mi alma… como admiro tu fortaleza y claridad…sin duda vas de la mano de papa Dios y de tu amado esposo que los cuida con el inmenso amor que les tiene y del que fui testigo….

  3. Mari eres un ejemplo de vida. No te alcanzas a imaginar cuanto inspiran tus palabras. Inspiran actitud positiva, espiritualidad, perseverancia. Dios te tiene para cosas muy grandes, te admiro mucho y tus hijos van a ser grandes personas. Dios te bendiga siempre y siga cultivando en ti esa sabiduría. Un abrazo con mucho cariño

  4. Mary Dios es tu guia y es tu fortaleza te ha llenado de valor y sabiduria; pues haz podido llevar tu duelo y sabiamente ayudar a tus hijos a resolver en su momento tan dura prueba , loque es muy importante para el futuro de ellos ya que los adultos pensamos equivocadamente en sobreprotegerlos y lo que hacemos es dejar en la vida de ellos etapas inconclusas que van a repercutir negativamente en sus vidas.
    Como siempre super sensible a tu sentimiento pero orgullosa de tu valentia,de tu servicio al exponer tu sentimientos para ayudar a quienes lo necesitan en casos iguales o similares . Un abrazo inmenso 🙅

  5. Lauren Fuentes Lorduy

    Me encanta cómo escribes y mucho más lo que escribes… felicitaciones nos enfrentas a una realidad y demuestras que aunque duela y sea muy difícil se puede seguir adelante.

  6. Mary, no me canso de decirte lo mucho que te admiro. Gracias por compartir tantas enseñanzas. Dios seguirá rodeándolos de bendiciones. Te quiero mucho!

  7. Diana Herrera Támara

    Bravo, q gran aprendizaje para ti y para nosotras al compartirnos tus vivencias!! Pasito, pasito y de la mano De Dios con el amor de la familia todo se va logrando y vamos sanando!! Orgullosa de ti y de todo lo q has logrado. TQM

  8. Me siento TAN orgullosa de ti y te admiro cada día más. Dios no se equivocó contigo al escogerte como la Niña de Sus Ojos. No dejes de escribir que además de ser sanador, lo haces excelente. Te adoro Mary ❤

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