Perseverancia, Resiliencia y Permanencia

32 es un número que, dependiendo de como lo mires, puede ser un número alto o bajo. Una persona que ya ha pasado los 40 puede ver ese número y añorarlo. Por el otro lado, alguien que escasamente tenga 20 años, puede ver este número en un futuro lejano. Si mezclas el recorrido de los 40 (y un poquito más) con la estructura física de los 20, y los tratas de organizar en ese “32”, el resultado puede ser muy intenso. Las personas que no me conocen, y me ven por primera vez, nunca se imaginan por lo que he pasado y lo que tengo por contarles.

Sentarme a escribir no es una tarea fácil, aunque por momentos me fluya. Plasmar los sentimientos y lo que he vivido me cuesta. Este año, he tenido tiempo para sentarme y reflexionar sobre la velocidad con la que he corrido una carrera cuya meta es un invento mío, causado por el mundo en el que vivimos. A veces no nos damos cuenta y no disfrutamos una etapa de la vida cuando ya estamos corriendo a la siguiente. Razones muchas, pero por lo general es por cumplir un esquema de vida y por sentirnos haciendo las cosas en el orden en que deben ser.

Mi carro iba a una velocidad abismal antes de frenar en seco. Esto causó que todo se siguiera moviendo a mil revoluciones; mientras pude, por primera vez, caminar un paso a la vez y detallar todo a lo que antes no le había puesto atención por mi afán. Entre esos detalles, están todas las cosas que necesitamos para sobrevivir las 24 horas del día; llamémosles “la verdadera vida”.

Muchas veces subestimamos las capacidades que poseemos, lo que nos lleva a no disfrutar la vida al máximo. Si no fuera por la perseverancia, resiliencia y permanencia creo que mi camino hubiera sido distinto.

La perseverancia es la acción que nos mantiene en constante movimiento cuando estamos tratando de lograr un objetivo, así el panorama lo veamos negro y la meta más lejos de lo que nos imaginamos. La resiliencia es la capacidad que tenemos para adaptarnos a las situaciones, sacando lo mejor de nosotros en los momentos más difíciles, poniendo como objetivo salir adelante, así nos toque reconstruirnos. La permanencia es la duración firme y constante, tratando de no darnos por vencido.

Aunque no lo creamos, estas tres palabras muchas veces nos definen ante las situaciones; son como una cadena que nos amarra y se convierte en nuestro salvavidas en los momentos que sentimos que no podemos salir de ese espiral; que aunque veamos la luz al final del túnel, pensamos que estamos más lejos de llegar a ella.

Para mí, estas tres palabras han sido clave. No una, mil veces al día he querido rendirme o simplemente me siento arrastrando la toalla, y es ahí cuando me doy mi tiempo; minutos y hasta horas donde me lamento, lloro y pataleo. Es más que normal que como humanos sintamos que ya no podemos seguir y nos queramos dar por vencido, pero está mucho más en nosotros no hacerlo, darnos nuestro espacio y ahí mismo sacudirnos.

¿Que si tengo malos momentos? Sí.

¿Que si tengo momentos en los que me quiero rendir? Sí.

¿Que si hay cosas que preferiría no afrontar? Sí.

Para muchas preguntas de este tipo, la respuesta es SÍ, pero no puedo dejar que una situación me maneje, no puedo perder el control. Está en mí sacudirme y quitarme esa curita rápido para no sentir dolor y afrontar de una vez esa situación que me puede estar tratando de bajar el ánimo y las gana. Y es allí cuando tenemos que apoyarnos en nuestra familia, amigos y, en especial, en nuestras creencias espirituales. Para mí han sido importantes todas las personas que tengo a mi alrededor, pero mi apoyo y confianza en Dios han sido fundamentales, ya que con SU ayuda he podido soltar todo para aliviar las cargas.

En mi panorama no estaba afrontar cosas sola, porque venía acostumbrada a hacerlo en pareja. Acostarme y levantarme con alguien a mi lado, ver una serie en Netflix, almorzar, acompañar a mis hijos a ciertos lugares, regañarlos, arreglarlos para ir al colegio, etcétera. Ahora tengo que hacerlo sola y acostumbrarme a ese cambio en mi vida.

Cuando ya era hora de acostarme, daba vueltas por la casa, organizaba, revisaba que las puertas estuvieran cerradas, me lavaba la cara mil veces, ponía música y, cuando ya se me agotaban las ideas de qué más hacer para no llegar a la cama, ahí era cuando corría y me acostaba agotada para no darme chance de pensar que el otro lado de la cama estaba vacío.

La primera semana después de que Abel falleció, nos quedamos los cinco en la casa de mis papás. A los ocho días me frené a mí misma y decidí que era hora de volver a la casa y afrontar lo que ahora era mi realidad. Esa noche me acompañó mi mamá y la siguiente noche mi hermanita. No era lo mismo, pero por lo menos no sentía la cama fría y vacía. Al levantarme les avisé a mis papás y hermanos que iba a dormir sola esa noche. Obvio que tenía miedo, estaba aterrorizada, y mi cabeza andaba a mil por hora, adelantándose a cualquier cosa y llenándome de ansiedad.

-“¿Mary, estás segura?”

-“Sí, esta es mi realidad y no me puedo esconder más de ella.”

-“Mary, si te llegas a levantar y nos necesitas, nos llamas?”

-“Sé que me voy a levantar, pero no los voy a llamar.”

Esa noche fue larga, pero lo logré, y poco a poco me fui acostumbrando. Una que otra noche dejaba que mis hijos durmieran conmigo –contadas las veces con una mano–. Y no era fácil. Todos los días intentaba algo nuevo, iba descartando y agregando cosas a la lista. Hasta que pude superarlo. Muchas veces no he necesitado hacer tanto para poder dormirme. Me quería dar por vencida, pero no lo podía hacer, solo iba a esconderme de mi realidad.

Así perseverar en el día y llegar al final de él, logrando poco a poco ir cumpliendo y terminando para seguir victoriosos al siguiente, se va fortaleciendo ese músculo de resiliencia que nos demuestra que sí somos capaces, y que somos nosotros mismos los que nos ponemos nuestros límites. Y permanecer en este círculo en el que se repiten las cosas y en el que cada día vamos pasando por situaciones que no creemos que somos lo suficientemente fuertes ni capaces de poder lograrlo.

FRIMA MEC

Suscríbete a mi blog

Loading

33 comentarios en “Perseverancia, Resiliencia y Permanencia”

  1. Claudia Gomez de la E.

    Cada dia te admiro mas! Eres una berraca que se ha demostrado a si misma que es capaz de afrontar cualquier situacion. Nos has dado una leccion de coraje, amor, responsabilidad y ganas de salir adelante. Algo grande viene para ti ME! TQM!

  2. Me encanta!!! No dejes de scribir!!! No solo te hace bien sino q es el acto más generoso que puedes tener con todos aquellos q te leemos!!! Eres fuente de esperanza de inspiración!!! Valiente guerrera de Dios!!!

  3. Mary la verdad se que luchas todos los dias y que cada dia es un pequeño triunfo para ti; Dios y mamita Maria tu fuerza y la fuente de sabiduria para seguir adelante y sacar adelante tu familia. Un abrazo gigante Dios hizo que te conociera y doy gracias por eso detalle 😘

  4. Gracias Mari! Inspiras a tantos… A los que te lo decimos y a muchos que no. Sigue escribiendo que nos das lecciones con cada post en el blog. ❤️🙌🏻

  5. Cada vida una caja de sorpresas. Sin embargo hay cajitas con mas musica. La tuya es una de ellas. Muy agradable que nos cuentes y asi valoramos cosas sencillas que nos hacen sufrir y que nos damos cuenta que no vale la pena amargarnos por ello cuando verdaderamente suceden cosas a personas valiosas y guerreras como tu ….Dios tendra cosaa hermosas para ti y tus hijos un abraZo

  6. Mary:
    Qué edificante y ejemplarizante este escrito. Y además muy buen escrito!!!
    Eres un orgullo para nuestra familia y para nuestra ciudad.
    TQM

  7. Que lindo leerte Mary! Gracias por compartir, haces ver que todo es posible y todo lo que uno busca esta en uno mismo, eres un ejemplo de resiliencia, fortaleza y fé, gracias por enseñarnos a valorar cada cosa! Dios siempre contigo y tus hijos

  8. Dios te bendiga mujer, a ti y a tus hijos. En mi familia estamos viviendo el dolor por la pérdida reciente de mi papi, y ha sido muy duro para mi aceptar esta nueva realidad por múltiples razones, una de ellas que vivo fuera del país, estar lejos de los seres queridos es muy difícil. Pero, varios familiares me pidieron leer tu relato en el periódico… lo acabo de leer online y acabo de leer todas tus publicaciones en tu blog. Vuelvo y digo: Dios te bendiga mujer, a ti y a tus hijos!

    Tal vez ya leíste el libro Option B de Sheryl Sandberg. Lo recomiendo por los excelentes reviews que tiene y aunque mi hija de tan solo 13 años lo escogió para mi después de ver a su autor hablar de su obra en el show de Ellen Degeneres, no he tenido el valor de leerlo aún porque tengo miedo de dejar ir a mi papi. Pero sabes que? Leerte me ha dado un impulso …
    No dejes de escribir !
    Dios te bendiga mujer valiente, a ti y a tus hijos!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Post Relacionados